La lengua del tigre

Cuentan que durante una excursión de caza, donde las víctimas serían los tigres ( el rey de España no estaba presente porque él mata elefantes ) un veterano guía, viendo la expresión de temor en el semblante de un cazador novato, le dijo para animarlo : “Pensá en la lengua del tigre”. Es que, ante la peligrosidad de sus fauces, o sus garras, resultaba lo más inofensivo.
La historia hubiera sido bien diferente si enfrentaban serpientes, que meten miedo precisamente por su lengua y, con la pavura que provocan, hacen que extendamos nuestra aprensión a arañas, mosquitos y todo lo que “pique”.
En los humanos la lengua no es tan letal, o inofensiva y, más allá de lo fisiológico, nos permite la palabra, la comunicación, la posibilidad de verbalizar lo que pensamos.
Y en política, comunicar hasta dónde queremos ir con nuestras ideas, qué acciones van a concretarlas y nuestra decisión para hacerlo. El Che repetía una frase formidable: “Una palabra se completa cuando se transforma en acción”.
En igual sentido, Perón tenía entre sus lemas predilectos: “Mejor que decir es hacer”, superando la palabra tan elaborada, como vacía, de la oposición, con logros concretos que crecían desde el diálogo y la comunión con su pueblo.
Y hace unas horas, en Vélez, la voz de Cristina que nos guía y orienta, que nos anima para lo que falta e ilumina el futuro. Con la humildad para definirse sólo como parte de un proyecto que crece e incluye. Y su coraje que, consciente de la magnitud de lo realizado, nos pide ir por más.
Con la firmeza para conducir y su claridad para marcarnos que, unidos y organizados, seremos invencibles.
Entonces, plenos de mística, rebosantes de pasión militante, volvemos a nuestras cosas de todos los días, con más ánimo, con todas las ganas, porque también aquí queremos torcer la historia.
Sabemos que el gobierno local incumple promesas y concreta amenazas. Que se excede en el detalle de centímetros o centavos al atribuirse obras ajenas, y se ausenta de las demandas y reclamos de la comunidad. Que mezcla, en sus discursos, páginas de la historia con sus pequeños quehaceres. Que no conduce, ni le interesa.
Cambiar todo esto es nuestro desafío. Tenemos tiempo y voluntad para hacerlo, y estamos en marcha.