Una rústica caja de madera circula entre los asistentes. Cada uno pone un billete de cinco o de diez y se la pasa a la persona de al lado. Cuando termina la ronda, el coordinador anuncia: “2.417 pesos, compañeros”. Hay aplausos. Estamos en el primer piso de la Biblioteca Nacional, donde cerca de trescientas personas desbordan el auditorio Borges, venciendo el sueño del sábado por la mañana.
Se trata de un nuevo encuentro del Espacio Carta Abierta y lo que acaba de tener lugar es la famosa colecta con la que el grupo financia sus gastos comunes. Es una semana bien movida en términos de política nacional y muchos quieren compartir sus impresiones en la asamblea.
Micrófono en mano, el analista político Lido Iacomini asegura que el conflicto con Gendarmería y Prefectura que tiñó los días previos al encuentro es “un intento por desgastar a este Gobierno, que se suma a lo de Clarín y el cacerolazo”, aunque rehúye a la categoría de “golpismo” que circula entre ciertos sectores del kirchnerismo. Luis Ohman, psiquiatra, admite que “la derecha argentina aprendió a movilizarse” y propone diferentes acciones para recuperar ese espacio de la opinión pública nacional. “Las capas medias que giraron a la derecha tienen que volver a nosotros, ése es nuestro desafío”, sostiene.
Acto seguido, el editor y periodista Jorge Testero ensaya una crítica a las medidas tomadas por el Gobierno en relación con los trabajadores organizados: “Si el núcleo duro de la derecha argentina se une con aquellos que tienen bronca porque les siguen sacando ganancias de su sueldo o porque tienen problemas con la asignación familiar, significa que nuestro frente se está debilitando”.
Otras intervenciones hablan del clima enrarecido, de la importancia del 7D (el 7 de diciembre, fecha en la que finaliza la cautelar que pone al Grupo Clarín a salvo del efecto desconcentrador de la Ley de Medios Audiovisuales) y hasta del “fascismo de baja intensidad” que vendría a representar la protesta de efectivos de los primeros días de octubre.
Frente a este desborde de interpretaciones, el “dueño de la casa”, Horacio González, traza algunas distinciones. “Cuando empleamos un concepto, debemos pensar si estamos dando en el clavo”, sostiene, y agrega: “El concepto de golpe de Estado remite a los golpes del siglo XX, y no lo veo al CEO de Clarín con un mapa”. Para el filósofo, hay “escarceos, tácticas, elementos conspirativos pero no, a mi juicio, una sede central de la conspiración”.
González es el más medido en su intervención. Ante todo, admite que el motivo que desató la protesta –la mala liquidación de haberes– es más que válido. “Si hay un error así en la Biblioteca Nacional, esto se incendia”, bromea. Lo escucha con atención un público variado, de un promedio de edad de sesenta años, aunque también hay estudiantes e investigadores. Un vistazo rápido registra bastantes mujeres, tal vez más que los hombres presentes en la sala.
La dinámica asamblearia, en la que aquellos que quieren hablar simplemente se anotan en la lista de oradores, permite una variedad de voces más o menos críticas. La profesora Diana Dottis, por ejemplo, rechaza las críticas al Gobierno y pide “dejar tranquila” a la presidenta Cristina Fernández “para que piense las mejores estrategias” en este momento. “Si todo fuera como dice Diana, no sé por qué nos reunimos hace cuatro años”, se lamenta Aurelio Narvaja.
Cuestión de influencia
Días más tarde, Narvaja atiende el llamado de Debate y ensaya un balance de la reunión. “Hubo intervenciones razonables. Es cierto, a veces los encuentros son más vibrantes y polémicos. Pero las expresiones críticas retroceden cuando hay una crítica al conjunto del modelo”, reconoce el editor general de Colihue.
Si algo queda claro luego de la reunión es que mientras algunos alientan el “nosotros contra ellos” implícito en los discursos más típicamente políticos del gobierno nacional, otros asistentes admiten errores y hasta se animan a reclamar una mayor apertura política. En la asamblea del 6 de octubre, por ejemplo, algunos reconocieron la “sana postura” de dirigentes radicales como Leopoldo Moreau y Eugenio “Nito” Artaza.
Ahora bien, la insistencia sobre los puntos ciegos del kirchnerismo –que justificaría la idea de acompañamiento crítico del espacio– precisa un rebote más allá del que obtuvieron entre los otros grupos de intelectuales, como el (¿extinto?) Grupo Aurora, el colectivo Plataforma 2012, los intelectuales que apoyaron al Frente de Izquierda en las últimas elecciones o el flamante Foro de Pensamiento Peronista impulsado por Hugo Moyano.
¿Sienten que ejercen algún grado de influencia sobre Cristina Kirchner o simplemente acompañan las decisiones del Gobierno? “Es difícil dar una respuesta si la pregunta se plantea en términos de opción o disyuntiva”, sostiene Eduardo Jozami. “No sería razonable decir que somos interlocutores privilegiados de la Presidenta, porque no es así y porque tampoco se lo plantea Carta Abierta. Pero creemos que el grupo ejerce una influencia importante dentro del espacio kirchnerista. Hay definiciones como el término ‘destituyente’ que han sido retomadas por varios sectores del Gobierno”, recuerda.
Para Jozami, que también dirige el Centro de la Memoria Haroldo Conti en el predio de la ex ESMA, existe un diálogo fluido entre Carta Abierta y todos los partidos y organizaciones que integran el kirchnerismo. “No somos el Grupo Esmeralda (ndr.: un conjunto de pensadores que asesoró al ex presidente Raúl Alfonsín), y esto es así por las propias características de Carta. De hecho, no somos un pequeño grupo de asesores sino un activo de gente que se renueva constantemente”, explica. Narvaja completa la idea: “Decir que somos intelectuales es un exceso, somos simplemente un grupo de personas vinculadas al ambiente de la cultura”.
Economista y fotógrafo documental, Claudio Casparrino cree que el ejercicio del grupo consiste “en poner en cuestión los modos de dominación de sectores tradicionales de poder y vislumbrar formas de emancipación”. Estos elementos, asegura, se retroalimentan con el recorrido político que transita el kirchnerismo desde 2003. “Pero hay que precisar que se trata de una influencia en el estado de la cultura y la política, y el Gobierno ha demostrado un alto grado de independencia e inventiva en el plano de las políticas públicas que nos ha sorprendido sistemáticamente”, dice Casparrino, que con menos de cuarenta años se reconoce como uno de los “jóvenes” de Carta.
En este marco, una de las discusiones más importantes dentro del grupo, presente desde el segundo texto público del espacio, tiene que ver con la Ley de Medios. El 11 de octubre, varios integrantes de Carta mantuvieron un encuentro con Martín Sabbatella, flamante titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca). Durante la reunión, los intelectuales manifestaron su compromiso con la plena aplicación de la norma. “Hay que garantizar un acceso real a la inversión necesaria para llevar adelante radios y canales de TV”, dijo Forster durante la reunión en la sede del organismo en la calle Suipacha. Sabbatella devolvió gentilezas. “Nos enorgullece contar con su apoyo, porque sabemos que sus opiniones y discusiones son un aporte muy valioso en este camino para democratizar la palabra”, sostuvo el ex intendente de Morón.
Un mundo en sí mismo
Existen dos conjuntos principales dentro del público que convoca Carta Abierta. Por un lado, las doscientas o trescientas personas que cada quince días ocupan el auditorio Borges. Por el otro –porque no siempre son los mismos–, aquellos que integran las distintas comisiones. El director de Colihue estima que unas dos mil personas entran y salen todos los meses de este circuito.
Pero además, están aquellos que siguen las intervenciones por medio de los videos que el fotógrafo Rafael Calviño sube a YouTube desde el usuario laspatasenlafuente. (Calviño es el autor de la famosa foto de un teniente apuntando a cámara con un arma durante el traslado de Aldo Rico en la rebelión de Semana Santa, que llevó por título: “El fotógrafo disparó primero”). En ese sentido, Jozami cuenta que muchas personas eligen seguir los acontecimientos de la política argentina a través de Carta Abierta, aunque no van a todos los encuentros. Mientras tanto, en Facebook proliferan distintos desprendimientos regionales: Carta Abierta Junín, La Plata, Zona Norte…
Una de las claves es la regularidad. El grupo mantiene sus encuentros quincenales desde 2008 –salvo en enero, cuando no hay actividades– e incluso llegó a reunirse todas las semanas ante determinados momentos de crisis, como aquel que se vivió a partir del conflicto por la resolución 125. Si bien la jornada más multitudinaria fue aquel sábado de 2010 que siguió a la muerte de Néstor Kirchner, la cantidad de asistentes sigue siendo significativa.
“El número de asistentes en las asambleas se ha sostenido, incluso ampliado. Al principio nos reuníamos en la sala Cortázar, luego en la Ortiz y finalmente en la Borges, la más grande de la Biblioteca. Cuando hay situaciones complicadas, la concurrencia es incluso mayor”, cuenta Guillermo Wierzba, economista y profesor de la Universidad de Buenos Aires. Conforme avanzaron los meses, el grupo también amplió el número de comisiones. La de Economía, por ejemplo, se reúne todos los viernes y convoca cada vez a una treintena de especialistas que analizan la realidad económica.
También las cartas se volvieron más extensas y abarcadoras. “Es que el funcionamiento se parece cada vez más al de un partido político, con comisiones divididas por temas, y luego cada comisión quiere que sus conclusiones queden plasmadas en el documento”, explicó González en una entrevista reciente a Página/12. Sus integrantes niegan que este crecimiento haya vuelto más burocrático su funcionamiento. Jaime Sorín, ex decano de la Facultad de Arquitectura de la UBA y uno de los miembros fundadores, asegura que la coordinación “es la misma que se eligió en los primeros momentos”.
Documentos para la crisis
Ha corrido mucha agua bajo el puente desde aquellos primeros llamamientos del grupo original integrado por González, Sorín, María Pía López, Ricardo Forster y el fallecido Nicolás Casullo. El espacio lleva publicadas doce cartas abiertas, y la ebullición política y social de las últimas semanas promete ser el abono de la decimotercera. “Algunos temas ya tienen cuerpo propio”, revela uno de sus principales dirigentes. “Debemos tener en cuenta este nuevo clima de crisis o de emergencia que se quiere generar a partir de los cacerolazos, que no se condice con la marcha real del país ni con la normalidad con la que funcionan las instituciones”, agrega Jozami.
Cuestiones como el conflicto con las fuerzas de seguridad, la plena aplicación de la Ley de Medios y, sobre todo, la cambiante relación del Gobierno con la clase media prometen ser elementos centrales del próximo documento. “Siempre defendimos la apertura de un camino de medidas progresistas por parte del gobierno nacional, ése es nuestro rol. Tenemos un grado de adhesión general pero siempre mencionamos temas que es necesario profundizar”, dice Guillermo Wierzba.
Para Narvaja, el principal problema del espacio es que termine plegándose a la agenda y a las decisiones del Gobierno, sean éstas acertadas o no. “Si uno se pega demasiado no puede opinar sino que empieza a hacer tácticas sobre lo que conviene o no conviene”, analiza. “El mayor mérito de este colectivo es que, pese a sus tensiones, siempre defendió una instancia crítica. Es kirchnerista y forma parte de este proceso, pero nunca ha dejado de señalar ciertas cuestiones”.
La apuesta de Carta Abierta (una “apuesta política”, según insisten sus impulsores) es que sus intervenciones penetren en el debate público, tal como ocurrió durante la crisis del campo. “Una intervención se convierte en discurso social cuando es capaz de dar entidad a problemáticas nuevas o reconfiguraciones novedosas de formas ya conocidas que no pueden ser aún nombradas y, por tanto, interpretadas políticamente”, explica Casparrino. Para el economista, “Carta ha aportado algunas líneas en esta necesidad de interpretar las nuevas formas que ha asumido la derecha en la Argentina, como con la noción de ‘clima destituyente’ o ‘nueva derecha’. Ésta es la principal dimensión del aporte del espacio”.
A cuatro años y medio de su fundación, el desafío consiste en renovar las discusiones y encontrar las palabras justas para el nuevo momento que vive el país ya que, para Horacio González, en estos últimos meses las tensiones creativas estuvieron del otro lado. “Hoy estamos sin la calle y con conceptos antiguos”, lanza. Frente a este diagnóstico, reflota su humilde propuesta de pensar la etapa, ya que “darle un nombre adecuado a un fenómeno ilumina una situación histórica”.
Fuente: Debate
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"Aporte informativo orientado a una mejor comprensión de la realidad política, hacia la profundización de nuestro proyecto nacional y popular".
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